El agua bruta llega a la cervecería, ya sea directamente de la red pública o mediante el sistema de extracción de fuentes naturales, y a menudo se almacena en pequeños tanques pulmón.
Idealmente, se recomienda evitar el almacenamiento de esta agua, pero a veces resulta difícil debido a la necesidad de no sobrecargar los sistemas de extracción o la red pública con restricciones.
El principal desafío del almacenamiento del agua bruta radica en su susceptibilidad a la proliferación de microorganismos como bacterias, virus y protozoos, lo que en muchos casos requiere su cloración. Sin embargo, esto puede generar problemas debido a la reacción del cloro con la materia orgánica presente en el agua. Aquí es importante hacer una distinción entre el agua proveniente de la red pública y la de las fuentes naturales. El agua de la red pública suele ser potable y clorada, lo que facilita su almacenamiento seguro. En cambio, el agua de las fuentes naturales, al tener una mayor carga orgánica, se recomienda dirigirla directamente al sistema de pretratamiento para evitar los problemas potenciales derivados de la reacción del cloro con la materia orgánica, como la formación de cloro fenoles y trihalometanos, entre otros.
El agua bruta constituye la materia prima inicial para la producción de agua de proceso, un componente esencial en la elaboración de la cerveza.